Ya hablamos en otras publicaciones sobre los objetivos que tenemos en cuenta para realizar nuestros actos. Dijimos que el objetivo es uno de los elementos para la toma de decisión, y luego, aclaramos que las decisiones son multi-objetivo. Esto es, que cuando tomamos decisiones no nos fijamos en un solo objetivo.
Más allá de esta aclaración, en las cuestiones empresariales por lo general se centra todo en el resultado económico. “¿Cuanta plata gano o cuanta plata pierdo?”.
Recuerdo que en un momento necesité una mano por parte de un colega, tenía que vender un paquete de materias primas que a él le servían, el precio más o menos cerraba y me daba una mano. Pero comenzó a negarse (luego de haber acordado el precio) hasta que me dijo “¿Pero yo que gano con ayudarte?”. Ahí terminó la charla, sus resultados económicos iban a ser los mismo comprándomelo a mi o a un proveedor común, no ganaba nada extra.
Seguramente no tenga en cuenta un resultado social, en el cual se dá una retribución a la sociedad. Por supuesto, lo citado es solo un ejemplo, no soy “la sociedad”.
Esa retribución a la sociedad no es algo caprichoso, progresista, político, ni nada por el estilo. Tiene una fundamentación muy clara. La sociedad es quien mantiene el negocio de cada persona, es la sociedad, el conglomerado de individuos, quien le compra la mercadería a un comercio y otorga parte de sus ingresos a los comerciantes. Es por eso que se necesita de la cooperación del comercio hacia el resto de la sociedad. Que la empresa le devuelva a la sociedad un poco de lo que recibe. Eso es la Responsabilidad Social Empresaria (RSE).
Realizar RSE es un compromiso, no una exepción. Las empresas no la deberían realizar para sentirse “muy buenas”, sinó por responsables con el resto de la sociedad. Es un círculo de retroalimentación de bienestar.
Las actividades dentro de la RSE pueden ser ayudar a alguna institución social, dar cursos gratuitos, brindar apoyo a campañas solidarias, cuidar el ambiente, etc.